Un grupo internacional de astrónomos observó por primera vez cómo un par de agujeros negros próximos a colisionar están «devorando ávidamente» el polvo, gas y otros materiales que dejó la reciente fusión de dos galaxias, informa el Observatorio Nacional de Radioastronomía de EE.UU. (NRAO, por sus siglas en inglés).

Los responsables del hallazgo, publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters, explicaron que ambos agujeros negros se encuentran en el centro de una nueva galaxia, identificada como UGC 4211, que está situada a 500 millones de años luz de la Tierra, en la constelación de Cáncer.

Asimismo, detallaron que los dos objetos astronómicos están «cenando» muy juntos, a una distancia de 750 años luz, y son 200 y 125 millones más masivos que el Sol.

El singular fenómeno cósmico pudo ser localizado mediante el conjunto de radiotelescopios del proyecto ALMA en Chile.

Debido a la pequeña separación entre los agujeros negros, los científicos tuvieron que combinar una docena de observaciones astronómicas captadas por siete telescopios terrestres y espaciales, incluido el telescopio Hubble de la NASA, con el fin de obtener datos en diferentes longitudes de onda para diferenciar a ambos objetos en pleno crecimiento.

«Nuestro estudio ha identificado uno de los pares de agujeros negros más cercanos en una fusión de galaxias, y como sabemos que las fusiones de galaxias son mucho más comunes en el universo distante, estos binarios de agujeros negros también pueden ser mucho más comunes de lo que se pensaba anteriormente», comentó el investigador de Eureka Scientific (EE.UU.) Michael Koss.

Las ondas gravitacionales de gran intensidad que se producen los agujeros negros supermasivos antes de chocar y formar un objeto nuevo de mayor tamaño permitirán a los astrónomos detectar poblaciones de agujeros negros binarios cercanos que aún no han sido identificados.

«Si este es el caso, en un futuro cercano estaremos observando frecuentes eventos de ondas gravitacionales causados ​​por las fusiones de estos objetos en todo el universo», explicó Ezequiel Treister, astrónomo de la Universidad Católica de Chile.

Prediciendo el futuro de la Vía Láctea

Asimismo, las observaciones realizadas en la galaxia UGC 4211 podrían ayudar a los investigadores a comprender una eventual fusión entre nuestra galaxia y la de Andrómeda.

«La colisión de la Vía Láctea y Andrómeda se encuentra en sus primeras etapas y se prevé que ocurra en unos 4.500 millones de años«, indicó Koss, quien concluyó que el reciente estudio «es una fuente en la etapa final de la colisión» de galaxias, por ende, se podrá estimar cómo será «la conexión entre la fusión y el crecimiento de los agujeros negros y, finalmente, la producción de ondas gravitacionales».

Fuente: RT en español