Molly Sampson estaba con sus padres pasando las Navidades en Calvert Beach, una localidad costera del estado estadounidense de Maryland. Uno de los objetivos de Molly, de nueve años, y su hermana Natalie durante las vacaciones era encontrar dientes de megalodón «como si fueran profesionales», dice su madre Alicia.

Hacía un tiempo bastante frío, pero la marea baja lo convertía en un día particularmente bueno para encontrar fósiles. Para Molly, las condiciones eran adecuadas «para buscar a Meg (un megalodón)», porque llevaba botas de pesca altas, relata CBS News.

Vadeando en aguas hasta las rodillas, la niña encontró un diente de unos 13 centímetros de largo perteneciente al prehistórico «Otodus megalodon», el tiburón más grande del mundo y protagonista de varias películas de terror.

Según su madre, quien compartió la noticia del hallazgo en redes sociales, la familia llevó el diente al Museo Marino de Calvert, cuyo departamento de paleontología confirmó la identidad del tiburón y felicitó a la «futura paleontóloga».

Actualmente lo único que permite a los científicos hacer hipótesis sobre cómo eran los mayores tiburones que jamás hayan poblado la tierra son sus inmensos dientes.

El megalodón, que en griego antiguo significa «diente grande», vivió desde el Mioceno medio hasta el Plioceno, hace aproximadamente entre 23 y 3,6 millones de años. Pese a su fama mundial, el tamaño y la forma exactos del megalodón han sido motivo de discusiones científicas desde hace mucho tiempo, por el sencillo hecho de que no existen partes fosilizadas de sus cuerpos.

El esqueleto de los escualos está formado en gran parte por cartílagos, que rara vez se fosilizan. Este problema ha obligado a los investigadores a hacer estimaciones muy variadas sobre el tamaño del animal, que medía de 10 a 18 metros, basándose en las características de los enormes dientes encontrados, y comparándolos con los de los parientes vivos de los megalodones, como el gran tiburón blanco.

Fuente: RT en Español