A Cardi B, la intención de mantenerse alejada del quirófano le duró poco tiempo. Tras su primer embarazo, se sometió a una liposucción y un aumento de pecho que le dieron muchos quebraderos de cabeza debido a que retomó su ritmo de trabajo demasiado rápido.

Desde entonces ha vuelto a caer en la tentación de operarse para «recuperar el cuerpo«, que tenía antes del nacimiento de su segundo bebé: ella se negaba a salir a la calle antes de conseguirlo, pero las complicaciones que experimentó en el parto le obligaron a armarse de paciencia.

«Mucha gente cree que fui a operarme en cuanto di a luz. No, esperé literalmente siete meses«, ha matizado en el podcast ‘The Jason Lee Show’.

Además de levantarse los glúteos, que nunca ha ocultado que son obra de su cirujano plástico, Cardi tenía claro que quería hacerse una rinoplastia porque no le quedaba más remedio. En realidad, a ella nunca le gustó la nariz que heredó de su padre, pero hace unos años cometió el error de ponerse infiltraciones y el resultado no le gustó lo más mínimo.

«En torno a 2018, o 2019, todo el mundo estaba hablando de los rellenos, que en teoría te permitían conseguir una nariz más pequeña sin operarte, y creo que es importante que lo diga para que todo el mundo lo tenga en cuenta. Os lo advierto: yo lo hice, y eso me destrozó la nariz«, ha advertido a sus fans.

El problema es que no sabía en quién confiar para arreglar ese desastre, porque requería un trabajo muy delicado, y ahí fue donde entró en juego Kim Kardashian. Durante una cena en casa de su madre Kris Jenner, la celebridad le hizo de memoria una lista de las mejores personas a las que podía recurrir y acabó llamando a un par de ellas.

Fuente: Yahoo Noticias