Los blancos, en un triunfo muy coral, aplastan con dos duros parciales a un Valencia lastrado por las personales de Davies.
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El gran favorito de la Copa ya está donde se le esperaba. El Real Madrid se metió en la final después de despedazar a un Valencia Basket sin respuestas ante el extraordinario arsenal de su enemigo: cinco jugadores alcanzando la decena en anotación y seis en valoración, superiores en todos los conceptos del juego, con una buena defensa y, sobre todo, con el voraz apetito que se manejan en estas citas. Dos parciales bastaron a los blancos para resolver. Con el 16-0 del primer cuarto marcaron territorio (19-6). Con el 19-2 del tercero echaron el cierre a la semifinal (72-46).
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Y a pensar en lo de este domingo. Vuelve el Madrid a la final después del resbalón del año pasado. Es la décima en las últimas 11 ediciones. Tratará de recuperar un cetro que no levanta desde 2020, precisamente en Málaga. Su exhibición de poderío fue contundente, con muchos jugadores a buen nivel: Musa (18 puntos) Poirier (10+8), Yabusele (14+6), Campazzo (10 con nueve asistencias)… Con la suma de todos destrozaron a los taronjas, que aguantaron el primer golpe, pero se derrumbaron tras el segundo hasta estar 27 abajo (80-53).
Las faltas de Davies, jugador capital para Mumbrú, pesaron. Comenzó metiendo dos triples ante Tavares. Viejo recurso. Pero también cometió dos personales en tres minutos. A partir de ahí a los taronjas les tocó penar. Sin el pívot, como si se hubieran quedado sin brújula, se perdieron. Fallaron 10 tiros seguidos y el Madrid, en esos cinco minutos de vacío rival, fue a degüello. Le endosó un parcial de 16-0 a lomos de Musa que amenazó con romper pronto la semifinal cuando apenas había amanecido (19-6).
Mumbrú probó con todas sus piezas hasta que dio con el físico de Anderson -tremendos muelles para taponar y machacar- y los puntos de Ojeleye. Se pusieron a remar para recortar la desventaja. Al final del primer cuarto, 23-17 con el Madrid dominando el rebote (17-7), pero flojeando en el triple: sólo uno y de Poirier, protagonista también de la fiesta de tapones hasta el descanso, con cinco por bando.
Los Sergios, como en los viejos tiempos
Los Sergios, como en los viejos tiempos, sostuvieron al Madrid en el segundo cuarto ante el empuje taronja. Primero, con cinco puntos seguidos del Chacho. Después con ocho en fila de Llull, que vuelve a estar a tope tras su lesión. El Valencia, incluso lastrado por otra falta de Davies, la tercera, llegó a ponerse a tres en varias ocasiones: 30-27, 38-35 y 42-39. Pudo recortar aún más en un contraataque fallado por López-Aróstegui cuando iba a machacar solo. Un borrón en su buen trabajo. Una jugada para acordarse, porque del posible -1 se pasó al +9 del descanso (48-39) tras un 2+1 de Musa y un triple de Hezonja.
Quien perdona lo paga y en la Copa, más. Porque en la reanudación llegó el segundo fundido a negro del Valencia. Campazzo empezó a morder en defensa y Yabusele y Poirier mostraron sus mejores versiones para edificar un 19-2 que sería definitivo (72-46). Entre medias la cuarta falta de Davies, una antideportiva. Había estado en pista algo más de ocho minutos. Los triples de Yabusele y uno más de Sergio Rodríguez llevaron la diferencia hasta unos sonrojantes 27 puntos (80-53).
El Valencia se había detenido y el Madrid le había aplastado. Los blancos habían detectado la debilidad de su rival y, voraces como son en esta clase de encuentros, no habían tenido piedad. A la desesperada, los taronjas lo intentaron con una zona que sólo hizo cosquillas y con más minutos de Davies. El intercambio de canastas sólo sirvió para alargar su agonía.
La semifinal estaba resuelta desde hacía muchos minutos. Los madridistas podían de nuevo con los taronjas en la Copa y ya van seis cruces sin derrota. Jugarán la final, donde se les esperaba, aunque seguro que no esperaban llegan de manera tan plácida.
Fuente/Yahoo Noticias