El Real Madrid llega al partido de hoy más al límite que al choque de hace un año en Estambul, una derrota le obligaría a depender de resultados del resto de equipos, pero Zidane no pone el puesto en juego, algo que sí sucedía en la visita a la ciudad turca. 

Estamos ante una «final», acertó ayer a decir Zinedine Zidane en el momento de describir el sentimiento que le despertaba el partido de esta noche ante el Inter, para añadir después: «Vamos a sufrir». Todo dicho, ya que eso es lo que le espera al equipo blanco en un escenario vacío, pero cargado de tensión por lo mucho que hay en juego

Una derrota dejaría muy tocado al técnico a nivel particular, y al equipo en cuanto a la clasificación, pero no hay tanta tensión alrededor como doce meses atrás.

El problema con el que se enfrenta el técnico habla más de la pobre sensación que emite partido a partido, que de los resultados en sí, decisiones complicadas de entender le han llevado a recibir críticas, algo que no está siendo bien admitido por el entrenador, que se siente contento y feliz por ser el entrenador del Real Madrid, pero perseguido por lo que escucha, lee y oye.

El choque ante el Inter llega con las bajas de los dos pilares fundamentales del pasado, pero reciente éxito ligero del verano, Ramos y Karin Benzema trabajaron en Valdebebas mientras que sus compañeros viajaban hacia Milán para disputar el partido más decisivo de los últimos meses.