El Barcelona se llevó el Clásico de Las Vegas mostrando más destellos que realidades de lo que quiere ser. Pero mostrando, con el estreno de Lewandowski más que un Real Madrid que no ha cambiado apenas nada respecto a lo conocido. Un Clásico mucho menos amistoso de lo que pareciera, con un conato de tangana cerca del descanso, no pocas discusiones entre los jugadores y un gol, golazo, de Raphinha que sentenció el partido poco antes de la media hora.
El nuevo Barça se evidencia en la presión indisimulada de sus delanteros a la defensa rival cuando quiere sacar el balón controlado. Muy cerca estuvo de marcar Ansu gracias a un robo de Pedri en el área y lo hizo Raphinha con ese excelente disparo lejano después de que hasta cuatro de sus compañeros agobiasen de mala manera a la zaga madridista hasta provocar el mal despeje de Militao.
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Le costó, por contra, hacerse ver en el centro del campo al equipo azulgrana, donde de entrada Busquets tuvo otra vez los galones acompañado de Pedri y Gavi, con Araújo desplazado al lateral derecho y mostrando que ante la duda persistente del fichaje de Azpilicueta puede ser, perfectamente y de forma más que solvente, una solución indiscutible.
Esta vez Christensen formó tándem con Èric García en el centro de la zaga, con Alba en el lateral zurdo y la tripleta de ataque la formaron los móviles, incansables, Ansu y Raphinha acompañando al debutante Lewandowski, que mostró sus primeros detalles de azulgrana, aunque aún lejos de lo que de él debe esperarse.
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Fue superior el Barça en el primer tiempo, más allá de un remate espectacular de Valverde al palo de Ter Stegen, que apenas pudo seguir el balón con la mirada, con el Madrid más en faceta defensiva, con Rüdiger desplazado al lateral izquierdo, sin Benzema y con Hazard pasando, otra vez, desapercibido por el partido a pesar del trabajo de Vinicius, que volvió a chocar con Araújo y Rodrigo.
Defender con calma a pesar de los agobios y buscar rápidas transiciones fueron los mandamientos del equipo merengue, que apenas si pudo sorprender a un Barça ordenado y acaso más dispuesto a dar lo mejor de sí. Al menos hasta que entraron en acción, ya en la segunda mitad, Kroos y Modric, a quienes echó en falta, y no poco, Ancelotti en los primeros 45 minutos.
Un Barça en el que volvió a jugar de interior Sergi Roberto con evidente acierto, en el que falló un gol imposible Kessié y en el que extrañó, o no tanto, volver a ver a Frenkie de Jong jugando de central, otra vez condenado y alejado de su posición natural.
El Clásico de Las Vegas mostró un Barcelona mejorado, intenso, con ritmo y ganas de gustar. Y un Madrid, campeón de Liga y de Europa, que quizá no esté tan necesitado de demostrar lo que precisa el Barça pero que fue sometido durante muchos minutos y en cierta manera decepcionó.
Fuente: ESPN Deporte