La mayor parte de las costureras en el país son de la tercera edad, como el caso de doña Susana Marina Aburto, una capitalina que, de sus 69 años, 51 los ha dedicado a la costura, un oficio que lo realiza, con mucho empeño, desde su casa elaborando vestidos tradicionales y uniformes estudiantiles.
«Pantalón de varón, de mujer, niños, de todo tipo; y si a mí me decían, haceme una sábana, siempre la hacía, una cortina lo que sea, siempre lo he hecho», relató desde su casa en el barrio San Luis de Managua.
Aprendió de manera empírica a la edad de 18 años, aunque su mamá también se dedicaba a lo mismo, nunca recibió de su progenitora alguna enseñanza en la materia. Sin embargo, fue una amiga que la impulsó, quien le dejó la tarea de hacerle unos vestidos.
«Es algo que lo traemos en la sangre, mi mamá apareció cosiendo y nadie le enseñó, entonces así me pasó a mí , a mí me impulsaron y pues comencé haciendo los vestidos (a su amiga) y me dijo: te quedaron bonitos», recordó.
A su edad no padece de ninguna enfermedad, aunque todavía tiene la fuerza de continuar con su labor, el médico le recomendó disminuir la intensidad de sus labores.
Septiembre mayor demanda
La mayoría de sus clientes son de la capital, aunque hay personas de Tipitapa, Masaya y Ciudad Sandino le piden trabajos, como en el mes de septiembre, donde la demanda de uniformes es mayor.
«Los uniformes es demasiado demanda, pero ahora agarro lo más fácil, porque es mucho ya que tengo gran cantidad de clientes para hacer pantalones, camisas y faldas», comentó.
En años anteriores recuerda que elaboró trajes típicos del Ballet Folklórico del maestro Francisco González, quien hacía presentaciones en Estados Unidos. «él me decía que necesitaba unos trabajos y yo me iba, le hacía de 380 a 400 trajes de danza. Le trabajé en cuatro ocasiones y en dos meses lo terminaba; a veces hacía otros trabajos aparte», relató.
Es madre de cuatro hijos (tres mujeres y un varón) también con su trabajo los crió a tres nietos. Le preguntamos ¿cuándo se retirará? y nos dijo que será hasta que Dios le preste vida.
Periodista: Nerys Bonilla