Como un acto sorprendente calificó el presidente Daniel Ortega el envío de 222 personas a los Estados Unidos, todas ellas privadas de libertad por cometer delitos graves en contra de la patria y los nicaragüenses, en el contexto del intento de golpe de Estado en 2018, donde imperó la destrucción, asesinato, profanación de cadáveres y la destrucción de la economía nacional.

222 terroristas que, ahora gozan de libertad en el país que les preparó y financió para cometer cada uno de sus crímenes.

El mandatario nicaragüense, en compañía de la vicepresidenta Rosario Murillo, los altos mandos del Ejército, la Policía Nacional y los representantes de otros poderes del Estado y ministerios que participaron del proceso, expuso a los nicaragüenses el proceso que conllevó esta deportación.

El proceso fue promovido y coordinado por la vicepresidenta Murillo, quien realizó las gestiones con el embajador de Estados Unidos en Nicaragua, para el envío de 228 terroristas a ese país, de los que fueron rechazados cuatro sin presentar ninguna justificación.

El mandatario fue claro, no existió ninguna negociación, los privados de libertad por participar en actos de terrorismo son enviados donde sus amos sin que el Estado de Nicaragua hubiese pedido absolutamente nada a cambio.

«Esto no es más que un mensaje para la paz, para la estabilidad, para que el pueblo nicaragüense esté convencido que todo lo que hacemos es para asegurar la paz y de parte del gobierno de los Estados Unidos, como les decía, no hemos pedido absolutamente nada, este no es un trueque, este no es un proyecto de me das aquello, es un asunto de principios, de dignidad y que lo que hace es confirmar que están retornando a un país que, es el que los ha utilizado, sus gobernantes, no el pueblo norteamericano, sus gobernantes, los han utilizado para sembrar el terror, la muerte, destrucción aquí en Nicaragua. Eso es lo que queda bien claro, es la lección que tenemos que aprender los nicaragüenses y darle gracias a Dios porque yo realmente no creía, escuchaba que la Rosario se estaba comunicando y que decían esto y lo otro que hay que quitar a esto y ya todo estaba listo y (Yo) decía, mientras no ve al avión aquí no podemos pensar que ya”, aseguró.

El presidente se refirió a un preso en particular, Rolando José Álvarez, el obispo católico que desde su púlpito llamaba a la rebelión violenta hasta hace pocos meses, quien llegó hasta la escalera del avión y se negó a subir pues demandó una reunión con los obispos del país y además solicitó que bajaran a los otros sacerdotes que ya estaban en el avión, porque tenía que sostener una reunión con todos ellos.

Álvarez, con la prepotencia que le caracteriza se negó a subir y al no poderle subir por la fuerza, pues una de las condiciones del viaje es que los presos debían de querer viajar, fue retirado de las instalaciones de la fuerza aérea, pero ya no fue regresado a su casa, la que según el mandatario es toda una mansión con lujos, donde abundaban las comodidades y se le hacían comidas especiales los tres tiempos al día y recibía atención médica dos veces por día, esta vez, el obispo terrorista fue llevado al Centro Penitenciario Jorge Navarro en Tipitapa, en condición de reo normal, donde llegó con soberbia rechazando la convivencia con el resto de privados de libertad.

El gobernante explicó también que, otros dos sacerdotes se encuentran privados de libertad en este momento, uno de Boaco por el delito de violación en perjuicio de una niña de trece años y otro por lesiones físicas y psicológicas en un hecho que fue del conocimiento público, terminó su intervención asegurando que ahora que salieron los terroristas en el país se respira más paz “gracias a Dios”.

Periodista: Héctor Calero