El iceberg A23a, considerado el mayor del mundo y con un tamaño dos veces mayor al de Londres, representa una seria amenaza para la fauna marina de las islas Georgias del Sur, en el Atlántico Sur.
Este bloque de hielo se encuentra a tan solo 280 kilómetros del archipiélago, hogar de miles de pingüinos y focas que dependen del acceso al océano para alimentarse. Los expertos temen que el iceberg pueda bloquear estas rutas esenciales.
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El A23a se desprendió de la plataforma de hielo Filchner, en la Antártida, en 1986, permaneciendo anclado en el mar de Weddell durante décadas. Sin embargo, en 2020 comenzó a moverse nuevamente y, tras quedar atrapado en un vórtice oceánico a principios de 2024, finalmente se liberó en diciembre. Desde entonces, ha comenzado a desplazarse peligrosamente cerca de las islas, avanzando a la deriva.
Con un espesor de 400 metros y un peso de casi un billón de toneladas, el iceberg mantiene su estructura principal de 3,500 kilómetros cuadrados, pese a la pérdida de fragmentos en semanas recientes.
Esto ha sorprendido a los científicos, quienes pensaban que su desplazamiento aceleraría su desintegración, algo que suele ocurrir con megabergs de este tipo.
Los especialistas advierten que, si el A23a encalla cerca de las islas, los fragmentos podrían permanecer durante años en la región, afectando tanto a la fauna marina como a las actividades pesqueras y marítimas. Esta situación resalta el impacto ambiental del cambio climático y la importancia de monitorear de cerca estos fenómenos.
Fuente: RT en Español