La Cancillería cubana emplazó a que «si el Gobierno de los EE.UU. tuviera una preocupación mínima y honesta, sacaría a Cuba de la lista arbitraria de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo».
La Cancillería cubana convocó este lunes al encargado de negocios (no hay embajador) de Estados Unidos (EE.UU.) en La Habana para rechazar la conducta injerencista y los mensajes calumniosos del Gobierno estadounidense y su embajada en Cuba ante asuntos internos.
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Un comunicado de prensa de la cartera de Exteriores, da cuenta que en el llamado de atención al encargado de negocios de EE.UU., Benjamin Ziff, se le hizo entrega de una nota formal de protesta.
Asimismo, de acuerdo a la nota «se le recordó al diplomático estadounidense los estándares mínimos de decencia y honestidad que se esperan de una misión diplomática en cualquier país y que la embajada de EE.UU. en Cuba se muestra incapaz de observar».
Puntualiza que «a la vez se enfatizó que esa oficina diplomática y su personal están obligados a comportarse conforme a las normas de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas».
Un punto central del encuentro fue el llamado de «atención sobre la responsabilidad directa del Gobierno de EE.UU. ante la difícil situación económica por la que atraviesa Cuba en estos momentos».
«… y, en específico, ante las carencias y dificultades que enfrenta la población de manera cotidiana, con la depresión e insuficiencia de abastecimientos y servicios esenciales, bajo el peso e impacto del bloqueo económico diseñado para destruir la capacidad económica del país.
La Cancillería cubana criticó «el empeño ostensible del Gobierno de EE.UU. en limitar y obstaculizar cada esfuerzo del Estado cubano por encontrar soluciones y dar respuestas las necesidades económicas y sociales del país».
Esta conducta del Estado norteamericano fue denomina por Cuba como un «plan desestabilizador y su ejecución son evidentes a la vista de todos«.
La Cancillería cubana denunció que la hostilidad estadounidense «descansa en el reforzamiento de una guerra económica despiadada para provocar y explotar la natural irritación de la población. Se financia cada año con decenas de millones de dólares del presupuesto federal de los Estados Unidos».
Por último, la Cancillería cubana emplazó a que «si el Gobierno de los EE.UU. tuviera una preocupación mínima y honesta sobre el bienestar de la población cubana, sacaría a Cuba de la lista arbitraria de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo».
Asimismo, «pondría fin a la persecución de los suministros de combustible que requiere importar el país; dejaría de perseguir cada transacción financiera de Cuba en el mundo; pondría fin a la grosera persecución contra los programas de cooperación médica de Cuba en el mundo».
También «dejaría de intimidar a empresarios, visitantes, artistas y toda persona que se sienta con el interés y el derecho de interactuar con el pueblo cubano».
Fuente/teleSUR