Un Real Madrid con dos caras, sometido en el primer acto y desatado en el segundo, accedió cuatro años después a las semifinales de la Copa del Rey, tras su segunda remontada consecutiva en la competición, levantado de la lona con una genialidad de Rodrygo, que castigó la versión más valiente del Atlético de Madrid de Diego Simeone, que se despidió en inferioridad en la prórroga de la pelea por los títulos.
Siempre guardó un as en la manga Simeone para las visitas al Santiago Bernabéu. Tantos años dan para alegrías y decepciones, pero grandes recuerdos de la reconstrucción rojiblanca se dieron en el templo madridista.
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El presente, alejado de la identidad, de la firmeza de un equipo con el sello del Cholo, exigía un partido sobresaliente para evitar una temporada sin alicientes antes de acabar enero. Y el técnico argentino dio el paso al frente que se le demandaba desde hace mucho tiempo, pero su gran primera parte no fue suficiente ante el Real Madrid de las remontadas.
La valentía de un Atlético que recuperó la convicción en el mejor escenario, contrastó de inicio con un Real Madrid que regresó de golpe a un reencuentro con sus limitaciones. Víctima en el primer acto de una derrota táctica de Ancelotti ante Simeone.
La jerarquía, el criterio con balón, las posesiones siempre productivas rojiblancas se pusieron en el espejo ante la impotencia defensiva y la imprecisión ofensiva madridista.
El Real Madrid crece desde el desequilibrio que genera Vinícius. Dos jugadores encima del brasileño siempre. Por lo que no extrañó que incluso Griezmann cayese por el lateral derecho como apoyo a Nahuel cuando no fue Correa.
En el otro costado, el Real Madrid mascó la impotencia en cada acción errónea de un desconocido Fede Valverde. Por lo que las únicas acciones intimidatorias nacieron bien de pérdidas de Morata o de una imprecisión en salida de balón.
Fuente: Yahoo Noticias