Justo Dávila hace 12 años sufrió un aparatoso accidente que lo dejó postrado de por vida en una silla de ruedas, sin embargo, es el típico nicaragüense, trabajador, soñador y dispuesto a aprovechar todas las oportunidades que le da la vida para emprender y prosperar.
«Me caí de un camión y me fracture la pelvis, tengo una hernia y desde entonces me he venido complicado para caminar y múltiples enfermedades», Justo Dávila, emprender.
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Sus enfermedades y dificultades para caminar no han sido impedimento para emprender su oficio de zapatero, que desde hace 32 años, se dedica a la fabricación de zapatitos y sandalias para niña.
«Aún cuando estaba en cama y no podía caminar siempre me ponía a trabajar en la fabricación de las sandalias», indicó Dávila.
El trabajo aunque no es fácil por su dificultad de movilidad, es ejemplo de que la unidad hace la fuerza, gracias al apoyo de su esposa Ana Julia Rodríguez, se encaminan a nuevos proyectos familiares.
«El apoyo de mi esposa es fundamental para seguir creciendo y fortalecer nuestro negocio familiar», indicó Justo Dávila.
«Con el trabajo de mi esposo he aprendido a crear nuevas oportunidades de hacer crecer el negocio, él lo fabrica y yo me encargo de ir a distribuir a todos los departamentos», mencionó Ana Julia Rodríguez, esposa de Justo.
Y ese esfuerzo hoy da sus primeros frutos, ellos fueron beneficiados por el gobierno central a través del MEFCCA, para recibir financiamiento y proyectar su pequeño negocio en las ferias nacionales.
«Ha sido de gran importancia el apoyo porque así hemos conseguido más clientes a nivel nacional en la feria donde hemos participado», expresó Justo Dávila.
Su trabajo es muy demandado por representar la artesanía nicaragüense, lo que ha sido una gran oportunidad para seguir creciendo e innovando con el apoyo del Mefcca.
«Queremos hacer otros tipos de zapatos y creemos que con el apoyo del Mefcca lo vamos a lograr», expresó Ana Julia Rodríguez.
Efectivamente, el progreso ha llegado y para este año 2023, sus proyecciones es de seguir creciendo y emprendiendo en nuevos proyectos familiares.
«Confiamos en Dios, que lo vamos a lograr y estamos expandiendo las ideas porque queremos hacer un horno para vender pan y los zapatos», aseguró Rodríguez.
La familia Dávila Rodríguez está ubicado detrás del cementerio de Diriamba, Carazo, donde su pequeño taller ha experimentado la alta demanda de sus productos para ser comercializados a nivel nacional.
Periodista: Jonathan Rivera