La matrona, doña María Hilda Pérez, a sus 66 años, aconseja a las nuevas generaciones de mujeres estudiar, prepararse, para liberarse de las humillaciones y dependencia a la que son sometidas por los hombres.
Sus sueños, apenas una niña, eran ir a la escuela. Su motivación fue poder leer la biblia y cantar en las iglesias del pueblo. Aún reniega del concepto que su padre tenía y recuerda lo que su progenitor le decía cuando le suplicaba que le permitiera ir a la escuela: “La escuela no es para las niñas, solo aprenden a leer para mensajearse con los hombres”.
Una comunidad de Quilalí la vio nacer y la vio crecer, hasta que a sus 15 años apareció el hombre que es hasta hoy su compañero de vida y con quien formó una hermosa familia en la comunidad de San Jerónimo, localizada a unos 18 kilómetros al sureste del poblado de El Jícaro en Nueva Segovia.
María Hilda Pérez Lagos, vio la oportunidad de realizar sus sueños, de alguna vez aprender a leer y escribir, a sus 25 años, con la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización, en 1980, fue para ella “una inmensa luz en la oscuridad”. Para ella es gratificante recordar al joven que adoptó hasta conseguir que toda la familia aprendiera a leer y a escribir. “Era de Corinto”, dice mientras se iluminan sus ojos ya cansados por la inclemencia del tiempo.
Continuó estudiando y logró en educación de adultos coronar sus primeros grados de primaria. En ese momento no pudo más. Era ella o la escuela para sus 9 hijos. Luchar en condiciones adversas y de muchas limitaciones la sacaron por muchos años de su propósito de continuar estudiando. “Ellos no son profesionales, no teníamos para eso, pero todos saben leer y escribir, todos fueron a la escuelita de la comunidad”, dijo.
Doña María Hilda nunca perdió las esperanzas de seguir estudiando. Y por fin la oportunidad apareció con la implementación de la modalidad de Secundaria de Educación de Jóvenes y Adultos en el campo, que impulsa el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional (GRUN).
En cuatro años cursó cuatro ciclos de educación para culminar a sus 66 años con su diploma de Bachiller. Las clases fueron impartidas por un profesor que viajaba al menos 3 días a la semana desde Campo Hermoso, municipio de Jalapa, hasta San Jerónimo, El Jícaro.
Este año, la matrona de la familia recibirá su diploma, junto a su hija y su nieta, quienes también estudiaron en la misma modalidad de educación.
En su humilde casita, en medio de una agreste montaña, realiza aún con mucha energía las actividades del hogar, pero considera con mucho pesar que su delicada salud ya no le permitirá continuar estudiando.
Para el profesor Rolando Olivas, delegado del Ministerio de Educación en Nueva Segovia, doña María Hilda Pérez es un ejemplo para los jóvenes que tienen ahora grandes oportunidades, en un sistema educativo diseñado para todas las edades y sin exclusiones.
Doña María Hilda Pérez con mucha sinceridad expresó su agradecimiento a Dios primero y al Presidente Daniel Ortega. “Es grande, Dios lo ilumina a él (Daniel) y a su esposa Rosario Murillo, para que ellos cumplan los sueños de los más pobres”, refirió.
Periodista: Alina Lorío
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